Opinión: la efímera victoria de Solar Impulse

La comparación con los antiguos pioneros cojea un poco. El Solar Impuse no evidenció las ventajas de la técnica solar, pero sí las debilidades de la técnica de las baterías, opina Fabian Schimdt.


La comparación con los antiguos pioneros cojea un poco. El Solar Impuse no evidenció las ventajas de la técnica solar, pero sí las debilidades de la técnica de las baterías, opina Fabian Schimdt.

Sí, es verdad. Los pioneros de la aviación Bertrand Piccard y André Borschberg hicieron realidad un sueño: dar la vuelta al mundo en un avión solar, hecho que alegra a muchos niños. Es de verdad un motivo para celebrar. Se merecen este éxito deportivo.

Pero tras la alegría viene el desencanto, porque no es verdad que el “Solar Impulse 2” pasará definitivamente a formar parte del álbum de los pioneros de la aviación, como los hermanos Wright o Charles Lindenbergh. Estos simbolizaron el desarrollo dinámico industrial que no es en absoluto previsible que suceda con la energía solar y la electromovilidad.

Del biplano al jumbo jet en medio siglo

Los hermanos Wright construyeron, a comienzos del siglo XX, un modelo primitivo de un biplano. Así fue como pusieron la primera piedra que conllevó al rápido desarrollo de la industria aérea. Un hito en la historia: Charles Lindbergh cruzó el Atlántico en 1927 con un avión a motor y tras tan solo un año de planificación y construcción.

La producción en serie de los aviones militares, de correos y de pasajeros avanzó rápidamente a partir de los años 20. Poco después de la Segunda Guerra Mundial ya había vuelos regulares con turbinas que sobrevolaban los océanos y en 1969, el año en el que el hombre llegó a la Luna, el jumbo jet realizó su primer vuelo.

Gran Planeador con motor eléctrico

La técnica solar, por el contrario, no ofrece ninguna solución a los problemas de tráfico del futuro. El “Solar Impulse 2” es y será un glorificado planeador con motor y, por lo tanto, un aparato deportivo, a pesar de todas las ambiciones científicas de los diseñadores y de los interesantes conocimientos adquiridos en el ámbito de las construcciones ligeras.

El planeador pudo volar solo porque se pudo integrar en una enorme red de apoyo con tecnología moderna muy compleja. Los pioneros de la aviación pudieron confiar tanto en el control de tierra como en la comunicación por satélite, en la información meteorológica, en la técnica de navegación y en la gran cantidad de tecnología informática. Tenían a su disposición una cadena logística convencional enorme, al igual que los ciclistas cuentan siempre con autos que los siguen en sus carreras ciclísticas.

El personal de tierra tuvo naturalmente que volar con aviones convencionales. Aviones a chorro tuvieron que llevar las baterías de repuesto después de que las originales se recalentaran y se estropearan en el vuelo de Japón a Hawái. Esto también fue solo posible gracias a la dedicación de los ingenieros de la industria. Si algo hubiera salido mal, los aviones de reconocimiento y helicópteros habrían ido a la búsqueda de los aventureros.

La técnica de baterías es delicada

Si algo demostró el “Solar Impulse 2“ es que la tecnología de las baterías es notoriamente deficiente. La batería es demasiado pesada, sensible y de bajo rendimiento como para aplicarse en el ámbito de la electromovilidad, donde se trata de alcanzar distancias largas, con peso ligero y alto rendimiento.

Incluso la nueva generación de baterías no es tan robusta como para usarla permanente durante años. Si las baterías de los celulares ya no funcionan debidamente, a más tardar, tras siete años de uso normal y al jugar a Pokémon Go se agotan rápidamente, ¿cómo va a funcionar la electromovilidad en aviones de trayectos cortos que tienen que volar varias veces al día entre dos ciudades? ¿y qué empresas aéreas correrían un riesgo de avería tan alto?

Incluso el éxito alcanzado recientemente con el desarrollo de mejores baterías no debe mover al engaño. La manera más eficiente de almacenamiento de energía sigue requiriendo combustible líquido o en gas. Da igual si es ecológico o fósil. Cuando se trata de robustez, resistencia y capacidad de carga, nada podrá superar al motor de combustión interna en un futuro próximo.

La electromovilidad solo se impondrá en los trayectos muy cortos o donde sea posible el suministro directo al auto. Los vehículos eléctricos son desde luego robustos y duraderos. Así lo demuestran la red de trenes o el trolebús. Pero no habrá desde luego líneas eléctricas para aviones. Por lo pronto. (Por Fabian Schimdt; DW)

27/07/16

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