Desafíos de la UNASUR en materia de seguridad y defensa en 2011

Aunque Sudamérica es una de las regiones más pacíficas del mundo, libre de armas de destrucción masiva, carreras armamentistas desbordadas o problemas de extremismo religioso o terrorismo militante, no es menos cierto que cada cierto tiempo resurgen tensiones vecinales producto de litigios limítrofes, que cíclicamente enturbian las relaciones de los países sudamericanos.

Aunque Sudamérica es una de las regiones más pacíficas del mundo, libre de armas de destrucción masiva, carreras armamentistas desbordadas o problemas de extremismo religioso o terrorismo militante, no es menos cierto que cada cierto tiempo resurgen tensiones vecinales producto de litigios limítrofes, que cíclicamente enturbian las relaciones de los países sudamericanos.

Tras la reconciliación de Colombia y sus vecinos Ecuador y Venezuela, distanciados por varios años por enfoques de carácter ideológico, mucho menos frecuentes que los tradicionales problemas de demarcación fronteriza, se abren nuevas expectativas de mayor y mejor cooperación en la región sudamericana en temas de seguridad y defensa.

Esta labor la viene realizando la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), pero ha sufrido retrasos debido a varios conflictos entre sus miembros, la mayoría de los cuales han tenido que ver con la presencia e influencia de los Estados Unidos en la región, así como el papel que ha desempeñado la lucha contra las fuerzas insurgentes en Colombia.

Para hacer frente a los desafíos de seguridad y defensa, la UNASUR ha creado el Consejo de Defensa Suramericano, en el que participan todos los Ministerios de Defensa. Éste ha puesto en marcha su segundo Plan de Acción, correspondiente al período 2010-2011, que incluye una serie de importantes proyectos. Entre ellos se encuentran el desarrollo de una metodología de medición de gastos de defensa y la realización de estudios sobre las capacidades existentes en el ámbito militar para apoyar las acciones humanitarias. Asimismo, existe el firme propósito de avanzar en el diagnóstico sobre las capacidades de la industria y tecnología de la defensa de los países sudamericanos, con la intención de promover a mediano plazo la complementariedad, la investigación, la cooperación técnica y la transferencia de tecnología. Incluso se ha esbozado la posibilidad de crear un Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico y Cooperación Industrial a nivel regional.

Por otro lado, el problema de las drogas se ha convertido en una de las mayores amenazas a la seguridad interna de los países, y la opinión pública de la región busca con desesperación las maneras de atacar este flagelo. Hasta ahora el nivel de cooperación entre los países productores (Bolivia, Colombia y Perú) y las demás naciones que, irremediablemente se han convertido en consumidores y sitios de tránsito para los mercados en Europa y América del Norte, ha sido más bien bajo y poco eficiente.

Hacia fines del año pasado el Consejo Suramericano sobre el Problema Mundial de Drogas de la UNASUR, con participación de los Ministerios del Interior de los países miembros, elaboró su propio Plan de Acción para los próximos ocho años, centrado en medidas para reducir la oferta y la demanda de estupefacientes. Esta propuesta incluye estudios para la formulación de programas de prevención y rehabilitación. Asimismo, se persigue incrementar la cooperación y el intercambio de información para el control y la fiscalización de la producción, comercialización, almacenamiento y distribución de drogas y precursores químicos para su elaboración.

Estas dos iniciativas deberían tender a consolidarse durante este año que recién comienza. Están dadas las condiciones para que ello ocurra, luego de la parálisis que afectó a la organización debido a las reyertas políticas que dividieron a los países, en especial el largo litigio en torno a las siete bases colombianas puestas a disposición de las tropas estadounidenses. Superado ese problema, lo lógico es esperar resultados concretos, mayor cooperación y un mejor y más franco diálogo entre los países, incluso con Estados Unidos.

Desde noviembre de 2010, Guyana ejerce la presidencia pro tempore de la UNASUR. Se trata de una nación que tradicionalmente ha estado alejado de los intereses y preocupaciones de los demás países hispanohablantes y de Brasil. Esto quizás cree algunas dificultades iniciales, pero con buena voluntad se pueden superar. Además, se precisará la elección de un nuevo secretario general de la organización, luego de la repentina desaparición física de Néstor Kirchner. Circulan los nombres de un sinnúmero de precandidatos, sobre todo ex cancilleres y ex mandatarios. Si se logra un rápido consenso en torno a una persona, se habrá dado un gran paso. Es el momento preciso en que la UNASUR requiere de un articulador para aunar todas las potencialidades existentes y dar el impulso necesario para echar a andar las iniciativas descritas más arriba y otras más que están en carpeta, en una región que busca más seguridad, más cooperación y más consenso para enfrentar los muchos desafíos pendientes.
Por Carlos Maldonado

06/01/11
ATENEA

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